La ventilación natural es el método más efectivo para renovar el aire del interior de un inmueble.
Basta con abrir un par de ventanas para generar una corriente que realice esta sustitución rápidamente.
Sin embargo, no siempre es posible llevarla a cabo.
Solo tenemos que pensar en los espacios cerrados sin este tipo de elementos.
O en aquellas ciudades en los que el frío aprieta mucho en invierno y dejar escapar el calor supone un fuerte gasto energético.
En este tipo de casos, los sistemas de ventilación mecánica juegan un papel fundamental.
Lo que hacen es extraer el aire del interior y expulsarlo al exterior un determinado número de veces a la hora.
Además, gracias al uso de recuperadores de calor, el desperdicio de energía invertida en calefacción es mínimo.
Lo normal es que no exceda el 20 %.
Por su parte, en verano también es útil.
¿Cómo?
Pues manteniendo estable la temperatura anterior.
Mediante el uso de intercambiadores de calor, los sistemas de ventilación mecánica aseguran que el aire que llega al interior del inmueble está a 21º C.
El ahorro en aire acondicionado durante los meses más calurosos del año es también innegable.
Pero, además, los sistemas de ventilación mecánica depuran el aire antes de llevarlo al interior. Para ello, emplean una serie de filtros destinados a retener las partículas de polen y polvo.
Algo imprescindible para las personas que sufren alergias respiratorias.
También acaban con los virus y bacterias, por ejemplo, usando lámparas ultravioleta adecuadas para tal fin.
En definitiva, la ventilación mecánica ofrece muchas ventajas respecto a otros sistemas de ventilación. Así que, cuando es imposible realizarla de forma natural, se antoja imprescindible contar con un sistema capaz de llevarla a cabo.
Solo a través de él es posible garantizar la salubridad e higiene de los espacios interiores, disfrutar de un ambiente agradable y desperdiciar una mínima cantidad de energía. Otro aspecto muy importante en estos tiempos que corren.