En primer lugar, es necesario saber que el COVID-19 es una enfermedad ocasionada por el virus llamado SARS-CoV-2. La forma de contagio habitual es de persona a persona, aunque también se puede transmitir por su prolongada permanencia sobre superficies. Sin embargo, lo más común es que los focos se originen tras un contacto estrecho con alguien que ya está infectado.
Es un virus muy contagioso, puesto que se transmite por medio de pequeñas partículas líquidas que son expulsadas por la persona infectada a través de la boca o la nariz. Este pequeño gesto puede ocurrir al hablar, pero también al respirar, cantar, estornudar, toser o soplar. Además, su tamaño no es homogéneo, sino que se mantiene variable. En ese caso, reciben el nombre de gotículas respiratorias o aerosoles.
En este sentido, según recoge la Organización Mundial de la Salud (OMS), el coronavirus se contagia, sobre todo, a través de las citadas partículas aéreas. Uno de los factores para que esto se produzca guarda relación directa, entre otros muchos motivos, con no mantener la ya famosa distancia de seguridad interpersonal de, al menos, 2 metros de separación.
Por su parte, el ministerio de Sanidad español considera que la temperatura y la humedad relativa (HR) pueden considerarse factores de riesgos modificables en la transmisión de la COVID-19. Es decir, el virus es más estable a bajas temperaturas y los aerosoles respiratorios, como principales contenedores de virus, permanecen en suspensión más tiempo en el aire seco.
Cómo influyen los aerosoles en la transmisión del COVID-19
En cuanto a la transmisión por aerosoles, se mantienen ciertas particularidades en entornos concretos. En líneas generales, cuando se permanece en un espacio interior, sin apenas ventilación y lleno de gente, las probabilidades de riesgo aumentan exponencialmente.
Además, las personas deben encontrarse muy cerca durante un determinado periodo de tiempo. En su momento hubo muchas dudas y opiniones encontradas pero, a día de hoy, la comunidad científica coincide en que los aerosoles y el Covid-19 mantienen una vinculación directa.
De igual manera, aunque existe la posibilidad de que se transmita por su permanencia durante horas, e incluso días, sobre determinadas superficies, no suele ser la forma más habitual.
Sin embargo, en algunos casos, el origen puede situarse en una simple acción, por ejemplo, cuando una persona con coronavirus estornuda, tose o incluso, habla sobre un determinado material. Posteriormente, si otra persona lo toca y se frota los ojos, la nariz o la boca, podría llegar a coger el virus. Por este motivo, es tan importante lavarse con frecuencia las manos.
Por otro lado, antes de seguir adelante, queremos profundizar un poco más en las diferencias que existen entre las gotículas y los aerosoles. Ambas partículas se emiten al hablar, gritar, toser o estornudar, aunque presentan algunas diferencias.
Las gotículas suelen contagiar por impacto en los ojos, las fosas nasales y la boca, ya que consiguen viajar entre 1 y 2 metros. Por su parte, los aerosoles transmiten la enfermedad por inhalación. También se proyectan a una distancia parecida, aunque podemos consultar estudios en los que se afirma que tienen la capacidad de recorrer hasta 8 metros, por increíble que parezca. Esto es debido a que, al tener un menor tamaño, pueden introducirse en los pulmones con mayor facilidad.
De hecho, precisamente, por su capacidad para alcanzar estos órganos, se cree que los aerosoles provocan los síntomas más graves de coronavirus, aunque es un punto que aún no está del todo claro y que será necesario seguir estudiando científicamente.