La renovación de aire es el proceso a través del cual reemplazamos gradualmente el aire viciado, o contaminado, de una estancia por aire nuevo y fresco.
Airear no es sólo importante por el confort, también por motivos de salubridad.
Mediante este sistema se controla el calor, la toxicidad del ambiente y el potencial explosivo de algunos ambientes. Se garantiza, así, la salud de los individuos que se encuentran en este espacio.
Hemos de tener en cuenta que renovar el aire y “ventilar” no son exactamente los mismos conceptos. Para conseguir una renovación eficaz del aire sería necesaria la ventilación cruzada.
Mediante la renovación del aire se consigue reducir los niveles de CO2 (dióxido de carbono).
Esto consiste, desde el punto de vista de la renovación del aire de forma natural, en abrir puertas y ventanas opuestas, para que el aire fluya atravesando el espacio.
Como hemos visto anteriormente, al cambiar el aire de las estancias acabamos con sustancias nocivas para la salud y con elementos contaminantes. Evitamos, así, provocar problemas respiratorios, cefaleas o la proliferación de alergias.
La renovación del aire puede estar asociada con un consumo elevado de energía. Pero existen múltiples sistemas que buscan minimizar el gasto de energía del sistema de ventilación.
Las características técnicas y cualitativas del sistema de ventilación que utilicemos, marcarán el nivel de ahorro energético conseguido.
Un menor caudal, la recuperación de energía del aire extraído, utilizar motores de bajo consumo eléctrico o efectuar una buena instalación, son pautas que podemos emplear.