La falta de ventilación genera una serie de consecuencias palpables a simple vista. Hablamos, por ejemplo, de:
- Aparición de humedades por condensación, especialmente, en el cuarto de baño y la cocina.
- Moho que prolifera en las paredes de esas estancias y en la ropa y el calzado de los armarios.
- Malos olores como consecuencia de esa humedad.
- Alergias debidas a los ácaros presentes en el polvo y las esporas mediante las que se reproducen los hongos.
- Mayor riesgo de transmisión de enfermedades víricas y bacterianas que, generalmente, afectan al sistema respiratorio.
Solo hace falta pensar en el especial énfasis que pusieron en la ventilación las instituciones sanitarias durante la pasada crisis sanitaria para darnos cuenta de su importancia. Sin duda, una cuestión básica en términos de salud.
Pero ¿Qué elementos hacen que el aire del interior de una vivienda se vicie? Fundamentalmente, el pelo y la caspa de las mascotas, el humo de cigarrillos y el derivado de cocinar o el uso de productos de limpieza. Sin embargo, por el mero hecho de que haya personas dentro, ya se liberan grandes cantidades de dióxido de carbono que se acaban acumulando.