Evidentemente, la siguiente duda es lógica:
¿Cómo sabemos si estamos respirando un aire saludable en casa?
Por fortuna, con los dispositivos IoT y la domótica podemos tener monitorizada constantemente la calidad del aire de nuestra casa.
Incorporados al sistema de ventilación o de filtrado que tengamos instalado, se medirán especialmente los niveles de:
- Micropartículas, en concreto las moléculas de polvo fino (partículas PM 2.5). Se trata de partículas que, por su pequeño tamaño, tienen una enorme facilidad para penetrar en nuestros pulmones y, a la vez, para mantenerse en suspensión en el aire. Según la OMS, a partir de concentraciones de 10 microgramos por metro cúbico empieza a ponerse en riesgo nuestra salud.
- Compuestos Orgánicos Volátiles (VOC). Son sustancias químicas contaminantes del aire, especialmente dañinas por su capacidad de propagación en el ambiente. Su naturaleza es muy diversa, aunque los que respiramos más habitualmente en las viviendas son el metano, tolueno, etano, benceno, n-pentano, propano y etileno. Respecto a las fuentes que originan los VOC, provienen básicamente de tres grupos:
- Los que emanamos las personas y seres vivos.
- Los que se desprenden de los materiales de construcción o del mobiliario.
- Los que emiten los productos que usamos para la limpieza del hogar.
Aquí no existe un baremo fijado, ni siquiera en el Código Técnico de Edificación (CTE).
Sin embargo, se considera aceptable un nivel de concentración de entre 50 ppb y 325 ppb (partes por mil millones).