El ozono en la desinfección
En los últimos días hemos visto cómo los medios de comunicación se llenaban de titulares sobre la amenaza que supone el coronavirus detectado hace escasas semanas en Wuhan (China).
A pesar de las muertes que este brote ha ocasionado, debemos recordar que gran parte de los coronavirus no son peligrosos y se pueden tratar de forma eficaz.
De hecho, la mayoría de las personas contraen en algún momento de su vida un coronavirus, generalmente durante su infancia.
No obstante, mientras no se tengan más datos sobre el virus, siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud OMS, conviene tomar medidas preventivas sencillas, sobre todo en lugares cerrados y/o con alta afluencia de personas.
Qué es el coronavirus
El coronavirus debe su nombre al aspecto que presenta, ya que es muy parecido a una corona o un halo.
Se trata de un tipo de virus presente tanto en humanos como en animales.
En realidad, los coronavirus son una familia de virus descrita por primera vez en la década de los 60, pero cuyo origen es todavía desconocido. Sus diferentes tipos provocan diferentes enfermedades, desde un resfriado hasta un síndrome respiratorio grave (una forma grave de neumonía).
En los últimos años se han descrito tres brotes epidémicos importantes causados por coronavirus: el SRAS-CoV (síndrome respiratorio agudo y grave), el MERS-CoV (síndrome respiratorio de Oriente Medio) y el actual 2019nCoV. Aunque los casos declarados de neumonía de Wuhan ya superan a los de la epidemia de SRAS, la tasa de mortalidad es baja.
El generador de ozono como desinfectante
El ozono, formado por tres átomos de oxígeno, es uno de los más potentes oxidantes que se conocen, por lo que es capaz de eliminar, no sólo virus, sino también un amplísimo rango de otros microorganismos contaminantes presentes en el aire, sin olvidar el problema menor que representa la aparición de olores desagradables.
Se puede decir que el ozono no tiene límites en el número y especies de microorganismos que puede eliminar, dado que actúa sobre estos a varios niveles.
La oxidación directa de la pared celular constituye su principal modo de acción.
Esta oxidación provoca la rotura de dicha pared, propiciando así que los constituyentes celulares salgan al exterior de la célula. Asimismo, la producción de radicales hidroxilo como consecuencia de la desintegración del ozono en el agua, provoca un efecto similar al expuesto.
Los daños producidos sobre los microorganismos no se limitan a la oxidación de su pared:
el ozono también causa daños a los constituyentes de los ácidos nucleicos (ADN y ARN), provocando la ruptura de enlaces carbono-nitrógeno, lo que da lugar a una despolimerización, de especial interés en el caso de desactivación de todo tipo de virus.
Los microorganismos, por tanto, no son capaces de desarrollar inmunidad al ozono como hacen frente a otros compuestos.
El ozono es eficaz, pues, en la eliminación de bacterias, virus, protozoos, nematodos, hongos, agregados celulares, esporas y quistes. Por otra parte, actúa a menor concentración y con menor tiempo de contacto que otros desinfectantes.
De hecho, según la OMS, el ozono es el desinfectante más eficiente para todo tipo de microorganismos.
En el documento de la OMS al que nos referimos, se detalla que, con concentraciones de ozono de 0,1-0,2 mg/L.min, se consigue una inactivación del 99% de rotavirus y poliovirus, entre otros patógenos estudiados, pertenecientes al mismo Grupo IV de los Coronavirus.
El amplio espectro de acción del ozono como desinfectante resulta de especial relevancia en el caso que nos ocupa, ya que los usuarios con un sistema inmunitario más débil (niños, personas mayores, enfermos…), constituyen una población de riesgo frente a cualquier microorganismo presente en el aire de las instalaciones, más aún en el caso de esta cepa de coronavirus de Wuhan, y que no son eliminados con los tratamientos convencionales de desinfección.
No hay que olvidar que, tanto virus como hongos y bacterias, incluidas las cepas resistentes a los antibióticos, por su naturaleza, fuera del hospedador son muy vulnerables, y eliminarlas es relativamente sencillo mediante tratamientos de desinfección con ozono, capaz incluso de eliminar sus esporas.
El ozono es incuestionablemente útil para eliminar, entre otros muchos, incluso el virus del Ébola en aire.
Está demostrado que el ozono es al menos diez veces más potente que el cloro como desinfectante.
Como ya hemos señalado, y según la OMS, el ozono es el desinfectante más eficiente para todo tipo de microorganismos.
Por lo tanto, el empleo de ozono, tanto en agua como en aire, para la desinfección de aire y superficies resulta mucho más recomendable que el uso de otros desinfectantes, aparte de por su eficacia, por su rápida descomposición, que no deja residuales peligrosos.
El ozono como viricida
Según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC),
“Los virus encapsulados son susceptibles a una amplia gama de desinfectantes hospitalarios utilizados para la desinfección de superficies duras no porosas. En contraste, los virus desnudos son más resistentes a los desinfectantes.”
La Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos tiene un listado de los desinfectantes que especifican en su etiqueta su eficacia contra virus desnudos (por ejemplo, norovirus, rotavirus, adenovirus, virus de la poliomielitis), y que tienen un amplio espectro antiviral ya que son capaces de inactivar tanto virus envueltos como desnudos.
Debido a su naturaleza, el ozono, al no poder ser envasado y comercializado, no está incluido en dicha lista ni podrá estarlo, a pesar de que su capacidad viricida está de sobra probada siendo, como se ha señalado, muy superior a la del cloro, el desinfectante más utilizado.
De hecho, el ozono es utilizado como biocida hace décadas, como así lo demuestran las fechas de los numerosos estudios existentes al respecto.
Evidentemente no hay estudios específicos sobre la inactivación de los virus más infecciosos con ozono (como tampoco con otros desinfectantes), debido al riesgo que implicarían dichos estudios, sin mencionar el coste que supondrían.
Se utilizan, a modo de indicadores de la eficacia de un biocida, virus que no implican riesgos, ni para los investigadores ni por un posible accidente. Los bacteriófagos (como el pX174) han sido ampliamente utilizados como indicadores de poliovirus, enterovirus, virus envueltos y Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), debido a que son seguros y fáciles de manejar.[4]
En un ensayo más reciente (2006) [5], se estudió una serie de fagos, (virus usados como indicadores, como hemos señalado) desnudos y envueltos, con los cuatro tipos de material genético posible: de cadena simple (ARN mc, ADN mc) y de cadena doble (ARN bc y ADN bc), a fin de determinar la capacidad viricida del ozono en distintas condiciones. Ya que el ozono causa daños principalmente en las proteínas de la cápside, se consideraron asimismo virus con diferentes arquitecturas.
La tabla 2 refleja los resultados obtenidos en este ensayo, con una humedad relativa del 55%:
Asimismo, es de remarcar el efecto que estas concentraciones de ozono en aire tienen en los virus desnudos que, como ya se ha indicado, al carecer de envoltura lipídica, suelen ser más resistentes a los desinfectantes. Recordemos que el coronavirus de Wuhan es un virus envuelto y, por tanto, de los menos resistentes.
La mayor concentración de ozono necesaria para la inactivación de los virus MS2 y T7 se explica por la mayor complejidad de su envoltura lipídica (180 y 415 moléculas en la cápside respectivamente, frente a las 60 y 120 de los phi X174 y phi 6).
Fuente: CosmarOzono