A la hora de ventilar un recinto ya sea expulsando el aire o bien extrayéndolo, es muy corriente tener que conectar el extractor con el resto de la instalación mediante un conducto.
Al discurrir el aire por el conducto absorbe energía del ventilador que lo extrae debido al roce con las paredes, los cambios de dirección o los obstáculos que se encuentra a su paso. La eficiencia de la instalación hace necesario que se minimice esta parte de energía consumida.
El flujo del aire se llama laminar cuando su trayectoria es uniforme.
Se denomina turbulento cuando la trayectoria de las partículas del fluido son irregulares y cambian constantemente, dando lugar a la aparición de torbellinos.
Se llama pérdida de carga a la presión del aire necesaria para vencer la fricción dentro del conducto. Esta pérdida es la que determina el gasto de energía del ventilador.
Las canalizaciones de aire no siempre se componen de tramos rectilíneos, sino que a menudo se presentan accidentes en su trayectoria que obligan al uso de codos, desviaciones, salidas, etc.
Todos estos elementos ofrecen resistencia al paso del aire aumentando la pérdida de carga, por lo que es preferible limitar su utilización ya en la fase de diseño de la instalación.
En el caso de los codos suelen ser de trazado curvo precisamente para minimizar la pérdida de carga.
Cuando por cuestiones de espacio no pueden utilizarse y se debe recurrir a codos rectos, éstos suelen estar dotados de unas piezas curvilíneas llamadas aletas directrices, que son piezas con curvatura alojadas en la diagonal del codo.
Pueden ser de grosor uniforme, de plancha o bien adoptar perfiles aerodinámicos. La colocación de directrices con una separación progresiva entre ellas sirve para distribuir de forma óptima el flujo de aire, reduciendo con ello la pérdida de carga dentro del codo.
También es muy frecuente que por imperativos de la construcción, se tenga que recurrir a cambios de sección, reducciones, o aumentos del paso de los conductos.
Estos cambios de sección deben hacerse de manera progresiva y no bruscamente para reducir la pérdida de carga. Otro tramo muy importante dentro de una red de conductos son las salidas verticales a través de los tejados. La mejor solución consiste en dotar al conducto en la salida al exterior de una envolvente tubular que actúa como tobera difundiendo el aire en vertical.
También drena el agua de lluvia que se puede introducir en la boca. El agua discurre pegada a las paredes interiores de la envolvente, que al tener un diámetro mayor que el conducto, permite que el agua vuelva a salir al exterior.