Como hablábamos en el artículo anterior, el principal foco de contaminaciones en zonas urbanas se originan en edificios.
Para minimizar el impacto de los edificios en la contaminación se ha de trabajar, ante todo, en la mejora de los espacios internos para que generemos menos polución.
Sobre todo en climatización, ya que el mayor gasto en energía en nuestros hogares es debido al consumo de electricidad por los equipos de aire acondicionado en verano y por el de los sistemas de calefacción en invierno.
Según cómo esté construido un edificio, puede ser altamente contaminante o llegar a un consumo mínimo o casi nulo.
Y ese es precisamente uno de los retos que tienen las administraciones para concienciar a los ciudadanos de cómo deberían apostar en sus hogares por medidas ecológicas que generen menos residuos y emisiones contaminantes.
Además, un edificio que no contamina tiene unos gastos en suministros mínimos, por lo que el ahorro para el usuario final es muy grande.
Eso hace que la inversión en sistemas energéticos ecológicos sea también un incentivo para quienes vayan a habitar los edificios.
Teniendo en cuenta que la climatización es el gasto en el hogar que más energía necesita, lo ideal es apostar por edificios con gran estanqueidad, que no dejen pasar el calor en verano ni el frío en invierno.
También es necesario contar con un sistema de ventilación mecánico de doble flujo si queremos mantener nuestros hogares en una temperatura óptima en la mayoría de situaciones. Los sistemas de ventilación, además, garantizan la salubridad del aire que respiramos.